jueves, 3 de enero de 2013

La corrupción en España

Raro es el día en el que no escuchemos que han detenido a algún político por corrupción. Hoy mismo saltaba la noticia de la imputación del alcalde de Santiago de Compostela, Ángel Currás (PP), en la operación Pokemón. Un caso en el que también están imputados los alcaldes de Orense (PSOE) y Lugo (PSOE) y en el que no podía faltar un ex ministro de Fomento del gobierno socialista: José Blanco. 


Políticos de todos los partidos están implicados en temas de corrupción desde Francisco Camps, José Blanco, la familia Puyol y hasta miembros de la Familia Real Española como es el tema Urdangarín. 





Aquí se puede consultar una lista de políticos españoles corruptos que no está actualizada desde abril pero que sirve para hacernos una idea de la cantidad de políticos que hay implicados en casos de corrupción.

En el año 2004, España a era el vigésimotercero país más transparente. Sin embargo, según los últimos datos elaborados por la Organización Transparency International, España ya está en el puesto 31 empatado con Botswana. Grecia lidera la lista de la Unión Europea en corrupción e Italia, pese a la salida de Silvio Berlusconi del Gobierno, sigue cayendo puestos en esta clasificación hasta el 72, y ha sido adelantado por Macedonia, que el año anterior estaba justo por debajo. 

Muchas veces me pregunto por qué hay tanta corrupción en nuestro país y creo que la respuesta es muy sencilla: robar en España sale muy barato. Además pienso que en nuestro país la política está en medio de todo el tinglao. Si poderes públicos como la justicia no estuviesen en manos de políticos, la cosa cambiaría. No es posible que personas que estén imputadas en graves casos de corrupción con pruebas suficientes salgan inocentes por ser de un determinado partido político o por tener un nombre ligado a la Familia Real.

El problema que tenemos en este país es que existe un alto número de cargos de designación política en instituciones nacionales, autonómicas y locales. Personas que probablemente no tienen conocimientos para poder ejercer ese cargo pero que están ahí por designación política.

¿Qué podemos hacer para reducir esta politización? 

La experiencia de otros países resulta ilustrativa. Por ejemplo, entre finales del siglo XIX y principios del XX muchas ciudades de Estados Unidos presentaban unos niveles de politización y corrupción tan estratosféricos como los reflejados en la película Gangs of New York, donde el gobierno de la ciudad aparece capturado por redes clientelares e incluso criminales. Unos años después, la extensa politización de las administraciones locales, y de su mano la corrupción, descendió de forma drástica gracias a reformas institucionales como la sustitución del tipo de gobierno strong-mayor (un sólo cargo electo, el alcalde y su mayoría de gobierno, acumula mucho poder) por el denominado city-manager donde los cargos electos retienen la capacidad legislativa, pero el poder ejecutivo pasa a manos de un directivo profesional nombrado por una mayoría cualificada de concejales y por un periodo de tiempo no coincidente con el ciclo electoral, reduciendo así el grado de dependencia política.

Este tipo de gobierno, o variantes del mismo, ha sido adoptado en las administraciones locales de los países occidentales que presentan menores niveles de corrupción. En ellos, el partido que gana las elecciones está con las "manos atadas" a la hora de hacer nombramientos, porque existe un directivo profesional que gestiona la organización administrativa, o bien debe llegar a amplios acuerdos con otras fuerzas políticas, incluyendo con frecuencia a las de la oposición, para nombrar a cargos públicos. En general, se trata de buscar mecanismos institucionales para que se seleccionen empleados públicos cuya continuidad en el cargo dependa de su competencia o mérito y no de su lealtad política.

Esta situación parece irreversible puesto que no hay movilización de ningún tipo. Sin embargo, no hay que perder la esperanza y ser positivos. La experiencia de otros contextos debe infundirnos optimismo. Activistas como Richard Childs, un hombre de negocios y promotor de un tipo de gobierno local basado en directivos profesionales como los existentes en el sector privado, iniciaron su improbable lucha contra la politización y la corrupción que ocurría en todos los niveles administrativos en Estados Unidos hace ya más de un siglo. Al principio pensaron que este lucha iba a servir de poco  pero triunfaron porque fueron capaces de movilizar los intereses de aquellos que en última instancia generaban la riqueza del país, convenciéndolos de que ésta se estaba malgastando no con malas políticas públicas, sino con malos políticos, o mejor dicho, con la pervivencia de malas instituciones utilizadas por los políticos para sostener sus beneficios. 


¿Seremos capaces en España de conseguirlo?

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